miércoles, 15 de octubre de 2014

Invisible




Amanece el silencio cálido,
llegado con la alborada
entre brisas frescas de montaña;
montaña erguida y firme
como las espaldas trabajadas
y fatigadas de los abuelos;
aquellos que en su tiempo
supieron labrar con sus manos
sueños tejidos de ambición;
hoy descansan al sonido dulce
salido en trinos del pájaro cantor,
llevando con sus tiernas voces
la confiada esperanza dormida
que libera cual perfume floral
los sutiles y mágicos aromas
de las risas, danzas y cantos.

Atesorados por la tierra
desde tiempos postreros
para alegría sencilla y libre
en estos nuestros tiempos
amargos y abrumados;
nuestra madre natura
regala vida a destellos
para plasmar con ellos
la existencia suprema
de aquel que no se ve
pero es todo presencia
el más diestro artesano
de todo lo que es bueno
Oh Tú maestro constructor
plasma en mi tu presencia,
convierte los latidos
de tu hija madre tierra
en el amor del hombre
por todo lo que es noble
y deja que esta pequeñez
sea heraldo de tus bendiciones
para todos aquellos sabios
que libres a ti se acogen.