miércoles, 11 de marzo de 2015

Reposo


En la poltrona rústica,
fuera en la estancia;
en busca de reposo
y manso olvido,
inflaman la pupila
con su armonía,
aérea cual el vuelo
de la saeta,
el melódico susurro
de tú existencia.
Eres eco lastimero
de mi conciencia;
conciencia que radia
negra miseria
por amor a la gloria
roto a jirones,
pesado fardo inútil
que desdeña ilusiones
desde la tierra al cielo.
Y en este nuestro lazo
bendito y profano,
misterioso como el azul
profundo de los mares,
y como el mar entona
dulces lamentos
de las vivas criaturas
convergentes en su lecho.
Con animal simpleza
nace entre los corales,
la veraz contraseña:
mi juramento;
señal definitiva
que anuncia con piedad
de monje Carmelo,
la compasión cernida
lento desde lo alto.
Persevera la palabra
del eco lastimero
como el justo que deja
su hostia en manos infieles
antes que odiar su prójimo
por amor a la gloria
caminará en tinieblas
para alcanzar la meta
cual la palabra
que afecta todo el cuerpo;
guiñapo insensible,
sabroso cepo de hombres
que en sus adentros,
repite de su esencia,
el amor a lo eterno.

Inflama su pupila
con las glorias infinitas
primicias de ilusión
en la ciudad de calma
nacida en los retozos
de la vieja poltrona
que está en la estancia.

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